Cuando el ballet transforma la vida de varias generaciones

A casi 80 años que República Dominicana recibiera a los primeros maestros de ballet, y formara las primeras bailarinas con la llegada de la profesora austriaca Herta Brauer, y más adelante la maestra húngara Magda Corbett, la cubana Clara Elena Ramírez y la dominicana Lourdes de Cuello, entre otras, el Estado continúa sin prestarle la debida atención a la danza clásica, cuyos movimientos se basan en el control total y absoluto del cuerpo; en las instituciones académicas de los países desarrollados es una prioridad su enseñanza desde temprana edad, ya que se ha demostrado que permite desarrollar las siete inteligencias (las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner).

Este 29 de abril se celebra el “Día Internacional de la Danza” y el mismo encuentra al país con una proliferación de escuelas de enseñanzas sin el debido control o supervisión de profesionales, una falta de interés por el ballet clásico en una nueva generación, y a su vez, una disminución de bailarines clásicos profesionales y su profesorado. Y para colmo una universidad estatal que invita a jóvenes bachilleres a estudiar arte escénico y licenciarse en danza clásica, sin antes haber pisado una escuela de ballet.

A esto se suma la situación crítica de la Escuela Nacional de Danza “Edanza” (Marianela Sanllet) y la Compañía Nacional de Danza con la actual lucha de sus bailarines y sus profesores ante el Ministerio de Cultura (Eduardo Selman) por un mejor salario.

Como otras ramas de las bellas artes, sus artífices más apasionados se han ocupado de velar por su desarrollo y permanencia tanto a nivel público como privado, y a pesar de las dificultades o circunstancias que vive el ballet clásico, este continúa teniendo resultados importantes para su permanencia en el país.

Aparte del valioso trabajo que por años lleva realizando Edanza, las escuelas privadas de danza que también han asumido con la debida responsabilidad la enseñanza del ballet clásico y sus respectivas exitosas puestas en escenas.

Carlos Veitía, director de la Academia Ballet Concierto, asegura que en el país hay maestros especializados con altos estándares en metodología de la danza, y la buena formación de los bailarines ha dependido de ellos. “Hay mucho talento joven que puede asumir la danza profesionalmente y con estándares internacionales. Bailarines formados en nuestras escuelas han ocupado y ocupan puestos importantes en compañías de danza internacionales. En nuestro país hay producciones de grandes espectáculos de ballet clásico que están a la altura técnica y artística de muchos países del área. A mi entender se necesita más apoyo de los sectores tanto público como privado, y que el público conozca, crea y admire sus artistas de la danza”, refiere Veitía.

Lo visto por AlinaLa directora del “Conservatorio de Danzas Alina Abreu” desde muy joven tuvo claro que el ballet clásico era su norte y una especie de misión que llevaría por más de tres décadas transformando la vida de cientos de jóvenes con la enseñanza de la danza. “El arte transforma vidas porque las danzas, las artes escénicas, específicamente el ballet, es la única que desarrolla la inteligencia del ser humano al mismo tiempo. Enseñar arte salva la vida y esa es parte mi misión como educadora, como ser humano”, expuso.

Alina tiene una vasta vivencia tanto en la escena como en las aulas; fue primera bailarina por más de 10 años del Ballet Clásico Dominicano en momentos que esta institución tuvo su mayor esplendor.

Sobre la realidad de la danza en el país a Alina le preocupa la multiplicación de escuelas no regularizadas ni supervisadas por ningún organismo público o privado. Ha sido testigo de recibir a decenas de niñas y niños con problemas físicos en los pies, rodillas, muslos y espaldas por un mal entrenamiento cuando inician a estudiar ballet.

“A nivel profesional cada vez hay menos bailarines clásicos porque cada vez hay más bailadores. Hay menos maestros con ojos entrenados. Hay un refrán dentro del mundo de la danza que dice: un ojo entrenado es un cuerpo bien formado...”.

Marianela Sanllet se suma al reclamo de Alina, quien además entiende que los niños viven en una constante distracción, y han volteado sus miradas a la tecnología y unos pocos al ballet.