Carlos Herrera, la memoria de un país teatral

A lo largo de su trayectoria, Carlos Herrera desarrolló una producción crítica, contundente y coherente que trasciende los límites de la escena teatral, difuminando las fronteras entre el teatro, creadores, quehacer escénico y el espectador.

Nacido en Caracas-Venezuela en (1957), licenciado egresado de la UCV. Magíster en Teatro Latinoamericano. Docente en la Universidad Nacional de las Artes (UNEARTE). Fue el presidente de la Asociación Venezolana de Críticos Teatrales (AVENCRIT) e investigador teatral.

Ha recibido la Orden Guarairarepano en su Tercera Clase (2008) por el Consejo del Municipio Libertador. Su trabajo parte de la crítica y de sus bitácoras teatrales como medio de expresión. Desde hace más de veinticinco años, el crítico venezolano ha desarrollado una memoria cualitativa y cuantitativa de un país teatral.

Herrera era un riguroso a la hora de escribir. Su impecable y aguda metodología para hacer las críticas dejaba boqui abierto a cualquiera. Tenía todo el rigor de un verdadero crítico e investigador teatral. Siempre admiré esa cualidad de él.

Fue el creador del blog Bitácora Crítica, y de varias columnas en diferentes periódicos y revistas. Era un crítico sin comparación. Un ser humano único, el amigo, el docente y el crítico trató de persistir en el tiempo, y lo logró.

En su muro de Facebook había colgado las últimas palabras que marcarían a todos, fue la mañana del día 10 de octubre (el mismo día del cumpleaños número 85 de Román Chalbaud), cuando recibimos la noticia, que el crítico teatral Carlos E. Herrera (Caracas; 1957-2016), ya no estaba con nosotros.

Herrera quiso ser ingeniero y médico siempre como genio, los maestros suelen ser molestos. Pero, conocerle te cambiaba la vida. Asomarse a sus ojos era asomarse a un pozo extrañamente divertido, lleno de sorpresa.

Era capaz de buscar en su interior como pocas personas, de debatir consigo mismo hasta el agotamiento, deja tras de sí una estela difícil de igualar. Siempre te mantuviste centrado y esperanzado hasta el último momento luchando contra las adversidades.

En lo académico, se formó inicialmente en el Instituto para la Formación del Arte Dramático (IFAD), luego tomó clases en el Taller del Actor que dirigía Enrique Porte, para finalmente obtener la Licenciatura en Artes y una Maestría en Teatro Latinoamericano, ambas en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

También fue docente en la Unidad Educativa del CONAC (primer Bachillerato en Teatro que se creó en el país), y de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), ocupándose en esta Alma Mater como Coordinador de Investigación Teatral.

Entre sus libros figuran "Apuntes para armar una visión del país teatral” y "Ensayos, crónicas y críticas sobre teatro venezolano". En ambos libros Herrera nos deja una visión aguda y crítica sobre el quehacer teatral venezolano.

Lo cierto es, que Carlos siempre pensaba mientras existió y sus trabajos eran un reflejo fiel de sí mismo: sagaz, mordaz, agudeza, debate interno, exigencia, riesgo al límite, tenacidad, dulzura, amor, bondad, inteligencia y emoción.

Aquí coloco un ejemplo como desde su perspicacia explicaba la postura de la crítica:“La crítica teatral en el país, siempre ha sido un tema sensible de tocar, y espinoso de tratar. Nunca ha sido fácil. La figura del crítico, aceptada a medio tragar, si es benévolo y objetivo; rechazado, si osa ser injusto, subjetivo y con actitud soberbia”.

Pese a estas palabras del finado Herrera, el teatro lo reconoció como un hombre de labor incansable y de gran contribución en su labor de crítico, se hizo un nombre con un respaldo ganado con más de treinta años en el acontecer teatral, ingresando a un selecto grupo de críticos que a duras penas se cuentan con los dedos de una mano.

Por encima de gustos y opiniones, de modas, de tendencias, Herrera era siempre fiel a sí mismo y, a su compromiso con el Teatro. Valiente, audaz, se lanzaba a la vida para perseguir sus sueños y no paraba hasta conseguirlos.

Nada le hacía flaquear, a pesar de sentirse muchas veces incomprendido. Le dolía la vida, pero seguía en pie, con la mirada siempre puesta en el horizonte.

Admiré su capacidad de trabajo, fuerza crítica, búsqueda organizativa, artística y su entusiasta ganas por dar mucha vitalidad al teatro venezolano y en especial por jóvenes talentos emergente en la escena. Caminamos juntos mucho tiempo en diferentes festivales, me enseñó, me apoyó, me hizo crecer, con su fuerza apasionada e inteligente, hacia el epicentro del Teatro y de la Crítica Teatral. Abrió puertas críticas en mi interior, haciéndome más consciente de mi trabajo, de mi obligado compromiso y ética con la escena teatral.

Se nos ha ido un creador y en lo personal se me fue un amigo, un colega, un compañero de muchas aventuras teatrales. No sólo el teatro venezolano, sino todos hemos perdido a uno de los mejores críticos y hombres de la escena teatral contemporánea. Es el mejor homenaje que podemos hacerle todos aquellos que hemos tenido el privilegio de amarle y admirarle. Buen viaje, mi hermano, aliado y amado amigo hace dos años de tu partida, Carlos E. Herrera.