Minúsculas: Lery Laura Piña

El día que me inscribí en la universidad, en La Bolívar encontré una joven que me guió por un trecho, hasta ayudarme a cruzar la Máximo Gómez. Hablamos muchísimo en el trayecto, descubriendo que nos caíamos bien.

Un par de meses más tarde, nos sorprendió la casualidad de encontrarnos en las mismas clases; casi 20 años más tarde, esa amistad se conserva.

Con el libro “Tantas veces la palabra miedo” tengo una sensación parecida a la de ir por la calle y por casualidad encontrarse con el principio de algo mucho más hondo y duradero.

Lery Laura Piña inicia el poemario mostrando una cortina, una ventana y un hipotético pájaro. A la vez, condensa esa sensación que se tiene cuando se escribe, entre el caos y la responsabilidad que puede haber detrás de nombrar las cosas:

Oír al pájaro sin imaginar su nombre. Errar, pensar que hay que escribir algo. Buscar la misma cortina, _el mismo canto,
la misma brisa,_ en otro lugar. Asistir al verso como se asiste a la vida. Sonreír desde lo hondo, como quien llora, o llorar nerviosamente, como quien ríe, porque sospechas que silenciaste al ave _cuando lanzaste
l
a primera palabra._

Más allá de las referencias orientales detrás del pájaro o de una visión estética que recuerda a los impresionistas, el reír como quien llora y llorar como quien ríe funciona como un puente previo a la catástrofe de la lengua.